Acceso a la nada

Me río de cosas absurdas que pasan por mi cabeza, de aquellas pocas que logro ver.

Son cosas sin sentido, que no puedo detener

las veo repetirse en mi cabeza millones de veces más

y trato de detenerlas...

pero no lo consigo

y termino dejándolas pasar.

Pasan como la vida por los segundos

Uno, dos, tres, allí están

pasando mientras escribo.

Me río una vez más,

por la incapacidad perpleja de comprender

como las cosas absurdas no dejan de suceder,

porque a veces son más y otras son menos.

Pero ahí van otra vez apoderándose del poder,

del poder conversar, del poder pensar.

Y se colocan en fila,

una tras otra comienzan a desfilar,

algunas vestidas de mentiras

otras con trajes de verdad.

Yo las admiro en silencio,

contemplo sus vestidos rosas y sus peinado cliché.

Las contemplo una a una

ya sin afán de detenerlas

ya sin deseo de hacerlas partir.

Cada una me saluda y me habla del absurdo a su manera

yo las escucho con atención,

ya no pienso en el silencio,

ya no pienso en la razón.

Algunas se repiten más de una vez,

a veces con el mismo vestido

a veces con un nuevo color,

pero siempre pasan frente a mi balcón.

Ya se acabo el desfile,

no pasan cosas absurdas

ni cosas con sentido,

ya no hay ruidos ni alboroto,

solo estoy yo en mi balcón

observando ahora a la nada

que ni pasa ni se va

siempre está alli

en mi venta

esperando mi atención.

Yo la saludo con reverencia y nos sentamos los dos,

ella afuera en la calle y yo siempre desde mi balcón.

Ya no hay nada que decir, ya hemos visto el desfile,

ya hemos disfrutado del show.

Ahora solo quedamos nosotros dos.

Y esto dura un segundo...

un segundo nada más.

Porque antes de que me de cuenta

ha comenzado ya el desfile de las cosas absurdas

y las cosas con sentido pasando frente a mi balcón.

Y esta vez me sonrío pensando

que lindo ver a la nada desde mi balcón.

Vero.