La simplicidad de la vida

Cada día que transcurre nos despertamos abrumados por lo que ha de ser, por lo que ocurre y como nuestra vida cambiara de curso. De cuando en cuando nos despertamos en el transcurso de los años y decimos o ahora tengo 20, 30, 40...

Cada uno de esos despertares se vuelve más profundo con más preguntas sobre el paradero de nuestros sueños y anhelos. Preguntándonos si los que faltan por realizar los podremos hacer o se habrán convertido en sueños pasados.

Pero son pocas veces las que nos despertamos en la vida y decimos wow! que simplicidad. Por que hay muchas cosas que nos rodean que ocurren sin nosotros hacer nada. El sol se levante y acuesta en el horizonte, el aire que respiramos entra y sale de nuestros pulmones en un acto de inconsciencia, se recicla en el ambiente sin nosotros intervenir y regresa renovado para otra inhalación inconsciente.

Y allí es donde nace la simplicidad de la vida, porque es poco lo que necesitamos hacer para suceder en ella. Venimos al mundo porque alguien nos trajo y vamos creciendo por la vida sin si quiera notarlo. Pero que difícil es poner el ojo en lo simple que es la vida, donde la única labor que nos queda por hacer es mover el timón de nuestro barco para cambiar de rumbo, porque todo lo demás sucede sin que tengamos que intervenir.

Si la vida fuera más simple de lo que es sería aún más inadvertida, todo se sabría y llegaría según avanzamos en el camino, así como nos alcanza a todos la vejez. Pero si fuera menos simple de lo que es, asumo que nos costaría aún más vivirla, imaginar que hay que reciclar el aire que respiras y pensar para que tus pulmones inhalen y exhalen cada vez que sea necesario...

En una simple analogía, la vida es el playground donde la única responsabilidad real que tenemos es decidir si queremos jugar a la víctima, al héroe, al miserable, al prospero, con los vecinos, con los amigos. Si la vida es tan simple como eso, salgamos a jugar el rol que más nos provoque.