Friday, June 5, 2009

Un mundo de colores

Una mañana cualquiera me desperté para descubrir que era de color. Luego de más de 20 años viviendo conmigo y viéndome al espejo por primera vez me vi y me pregunte de que color?
Pero la respuesta me vino inmediatamente a la cabeza por que conozco tantas cosas de ese mismo color.

Soy del color de la canela que da un sabor diferente a los postres, del color de las almendras cuyo aceite ayuda a conservar la piel tersa, del color de la tierra que permite a los árboles enraizarse para crecer tan alto como sus sueños los lleven, del color del café tostado que despierta cada mañana a miles de personas y que tiene un olor especialmente placentero, del color del chocolate que se derrite en la boca de tantos generando un placer inigualable al gusto, del color del Caribe y del África donde el sol se despunta cada día con una fuerza extraordinaria para llenar de luz la vida.

Y que interesante me resulta hacerme la pregunta, no por el significado de la misma, sino por el tiempo que me llevo hacerla, y no se trata de haberla evadido, simplemente nunca antes se me hubiese ocurrido preguntarme de que color somos.

Para mi siempre ha sido un mundo de muchos colores y matices donde la variedad ha sido la regla, he visto colores blanco como el mármol con el que se esculpen las más bellas esculturas, así como también colores negros como la noche que permite brillar con más intensidad a las estrellas.

Me resulta un poco triste y a la vez intrigante pensar en aquellos que jamas han visto los colores o los matices, aquellos que se despiertan cada mañana pensando que solo hay cisnes blancos, porque nunca han tenido la oportunidad de ver uno negro (Que si existen). Que se han perdido los colores de la guacamaya y creen que los pájaros no son multicolor.

Pero aún me resulta más triste evidenciar el intento fallido de clasificar las cosas por su color. Como si pudiéramos decir que la canela y la tierra tienen el mismo sabor. O que el helado de vainilla es igual al cal que recubre las paredes.

Hoy he abierto los ojos para entender que he vivido en un mundo de colores, donde los matices no hacen diferencia, porque son "el pan nuestro de cada día" y donde seguramente pocos han preguntado "eres naturalmente de ese color o te has bronceado?"

Vero.

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